De costa a cordillera: investigación y experiencias en el desierto de Atacama

Por Ángelo Salinas

Cuando asumí como Encargado logístico de las residencias artísticas de SACO, me enfrenté a un desafío que no solo buscaba enriquecer la experiencia de  los creadores bajo sus propios intereses, sino que también me empujó a mí a nutrirme de conocimientos y habilidades necesarias para estar a la altura de quienes llegaban a investigar en la región de Antofagasta.

Tras una convocatoria internacional organizada por SACO, se realizó una selección de los mejores proyectos, ya sea por su calidad investigativa, bagaje cultural o currículo del postulante. De esta forma, durante todo 2024, los artistas seleccionados fueron llegando desde distintas partes del mundo para desarrollar proyectos de investigación de un mes en la zona. El Instituto Superior Latinoamericano de Arte (ISLA), centro de residencias de SACO, les abrió las puertas para explorar el territorio y materializar sus inquietudes creativas.

Bajo la línea de Migración y Multiculturalidad Latinoamericana, las primeras en llegar fueron Salomé Restrepo (Colombia) y Belén Rodríguez (Paraguay). Durante marzo, ambas compartieron con expertos en inmigración y derechos humanos, y participaron de una experiencia vivencial en el Barrio transitorio La Chimba de Antofagasta, donde conocieron de cerca la realidad de los extranjeros que hoy habitan la ciudad. Conmovidas por lo vivido, desarrollaron intervenciones individuales en las que la corporalidad y el contexto sociocultural fueron protagonistas.

Créditos: Salomé Restrepo.

Posteriormente, los chilenos Isidora Correa y Pedro Donoso exploraron la línea de Geología y Mineralogía, realizando trabajo de campo en lugares emblemáticos de la región como María Elena, la última oficina salitrera en funcionamiento del mundo. Con el paso de los días, tomaron caminos independientes: Isidora se adentró en el Salar de Atacama para estudiar el proceso de extracción del litio, y desarrolló lazos claves con en instituto Lithium UCN, mientras que Pedro, que vino en una faceta de investigador, se enfocó en Chuquicamata, hoy un campamento deshabitado que guarda recuerdos y memorias en miles de familias ligadas a la minería.

En paralelo, Melissa Guevara (El Salvador) y Alejandra Montiel (Argentina), dentro de la línea de Arte – Arqueología y Antropología, hicieron su residencia en La Tintorera, San Pedro de Atacama. Ambas abordaron desde un punto de vista no tradicional la arqueología. Melissa investigó la “arqueología emocional”, rescatando vestigios del pasado, tanto personales como ancestrales. Por su parte, Alejandra trabajó el cuerpo como primer territorio, generando un estudio sensible y profundo en torno a los asentamientos informales emergentes en el pueblo.

Caminar por el desierto de Atacama es recorrer una memoria viva. La tierra, las montañas y la brisa del viento invitan a vivir el tiempo de otra manera. Lejos del ajetreo de las grandes ciudades, este lugar ofrece un espacio propicio para romper la rutina y dejar que la creatividad fluya. La mayoría de artistas que  hacen residencias en SACO, vienen en busca de este territorio prometido.

De vuelta en la ciudad de Antofagasta, a mediados de 2024 los artistas Catalina Reyes (Chile-Países Bajos) y Sebastián Guzmán (Colombia), en la línea de Microbiología y estudio de ecosistemas locales, colaboraron con científicos de la Universidad de Antofagasta para comprender el comportamiento de los microorganismos y su desarrollo en el ecosistema. La función de estos seres en el desierto llevó a los artistas a proponer proyectos en áreas radicalmente distintas: Catalina desde lo social y Sebastián desde la tecnología.

“Antofagasta es como Chile: alargada, conectando la costa con los cerros”, suelo decirle a cada residente que llega desde otro país. Con asombro, los artistas no entienden cómo es posible esta conjunción entre océano y desierto, o cómo es que estos cielos prístinos regalan vistas privilegiadas del universo. En torno a esto último, las creadoras Ursula Tautz (Brasil) y Luisa Ordóñez (Colombia) vinieron a la ciudad para investigar en la línea de Astronomía. Ambas tuvieron la oportunidad de conversar con científicos, visitar institutos de investigación astronómica, y recorrer los observatorios Paranal y ALMA, dos de los más prestigiosos del mundo. Incluso pasando la noche en uno de ellos.

Aunque cada artista llega con una línea de investigación definida, es común que los intereses se crucen y se expandan. También es común la ambición por aprender y admirar una tierra que para muchos de sus habitantes pareciera ser irrelevante. Así ocurrió con otras residencias de 2024, como Yoel Pitowski (Bélgica, Valonia-Bruselas), quien visitó asentamientos industriales abandonados en su camino hacia el desierto; Catherin Schöberl (Alemania–Suiza), que profundizó en el estudio del extractivismo y su impacto ambiental; o Sonia Rammer (Polonia), quien se interesó en la lagartija de Fabián (Liolaemus fabiani), una especie endémica de la zona, como ejemplo de subsistencia.

Cada residencia es un puente entre el arte y el territorio. Antofagasta, con su geografía única y su riqueza cultural, no solo acoge a quienes llegan con el deseo de crear, sino que también transforma a cada artista con sus vivencias de las que me alegra haber podido ser un aporte en su camino. Es una alegría ver, luego, como muchas de estas experiencias acaban transformándose en una obra de arte en la Bienal SACO.

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¿Quieres ser parte de los creadores que han pasado por una residencia de SACO? Te recordamos que tenemos abierta la postulación para residencias artísticas 2026. Accede a las bases y al formulario aquí.

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