Residencia PLANTAR: Investigando zonas de resistencia a través del arte y la ciencia

Conversamos con Katty López (Chile), actriz y directora del proyecto PLANTAR, quien junto al equipo transdisciplinario compuesto por la socióloga y performer María Balbontín, el actor Andrés Ulloa, la artista visual Morin Guitart y el fotógrafo Sebastián Olavarría, residieron durante abril en el Instituto Superior de Arte Latinoamericano (ISLA). En esta conversación, Katty nos cuenta más sobre su residencia, tanto en Antofagasta/Mejillones como en Quinteros, las zonas de sacrificio que forman parte de su investigación.

¿Cómo se gesta este proyecto? ¿Cuáles son sus principales objetivos?

Surge de mi plataforma llamada Colaboraciones en distancia, donde se realizan ejercicios investigativos sobre diferentes temas a través de procesos colaborativos. En este caso, trabajamos sobre un ejercicio anterior que se llamó GERMEN, que tenía relación con la vida vegetal y la ciudad de Valparaíso, donde nos instalamos en un espacio específico del cerro y trabajamos desde ese lugar a partir de ciertas reflexiones. Desde allí se abre esta mirada en torno a los territorios de resistencias surgiendo el proyecto PLANTAR, residencia que tiene como uno de sus principales objetivos investigar en dos lugares que tienen una distancia geográfica importante, pero que comparten una denominación que se les ha dado como zonas de sacrificio, para luego poner ese material en alguna creación escénica.

¿Cómo se entrelazan sus diversas disciplinas en el proyecto? ¿Han trabajado con expertos de otras áreas?

Sí, desde lo artístico hemos trabajado con expertas en danza, en sonoridad, en cine, y desde las ciencias, con una bióloga marina. Con ellas trabajamos en la primera parte de la residencia en Quintero. Y en cuanto a las líneas del equipo, hay personas que trabajan desde de las artes escénicas, las artes visuales, la sociología también, y lo que hacemos es ir cruzando miradas sobre una misma práctica en terreno, viendo de qué manera nuestras experticias desde sus particulares van abriendo imaginarios, para ir depositando información respecto al proceso investigativo.

Su investigación aborda temáticas tales como vida vegetal, desarrollo humano-tecnológico y devastación en las llamadas “zonas de sacrificio” o “zonas de resistencia”, ¿qué diferencias y similitudes observaron/observan entre Quintero y Mejillones, sus dos ciudades de estudio?

Hablamos de dos conceptos para cada región, el desierto y el mar. En Quintero trabajamos específicamente vinculados al mar y todo el desastre que ocurre desde lo marítimo en esta zona; y en Antofagasta, pese a que observamos lo que ocurre en el mar también, es un territorio que está bastante afectado desde su zona más desértica.

Creo que ambos lugares comparten algo que es muy contradictorio, ya que son espacios donde las industrias contaminantes brindan trabajo a los habitantes de estos lugares, por lo tanto, es difícil pedir que se vayan de manera drástica y radical. Es complejo porque son territorios en lucha y hay varias agrupaciones que trabajan en pos de defenderlos, con la intención de tener una mejor calidad de vida en términos medioambientales, pero también hay mucha gente que vive del trabajo que les brindan, entonces diría que ese es uno de los puntos en común, además de la gran contaminación del mar, son dos temas muy complejos.

¿Cómo ven el cruce entre arte y medio ambiente? ¿Creen que a través de la práctica artística es posible generar cambios reales en los complejos contextos medioambientales que habitamos?

Me parece que lo importante es el cruce de arte y ciencia, al menos en nuestras investigaciones. Que podamos investigar en estos dos lugares es muy relevante por la información que se recibe. Si bien es cierto que podemos recibir información contundente desde la ciencia, también creo que son lugares que es interesante comprender desde lo artístico.

Entiendo la necesidad de plantear esto como un ejercicio educativo medioambiental, pero también me parece super necesario que se ponga desde un lugar creativo y reflexivo, como generador de pensamiento en torno a ciertos conceptos o situaciones que ocurren, más que únicamente hacer educación. Siendo sinceros, es difícil pretender que un ejercicio como este pueda hacer un cambio en los territorios, pero sí creo que pasa algo que es muy interesante, que es que se establecen redes de trabajo y conversaciones que antes no existían entre arte y ciencia.

¿Qué planes tienen para el futuro del proyecto, una vez retornen a Valparaíso? 

Lo que hacemos ahora es un ejercicio de recopilación del material y poner en escena algo de toda la experiencia. Es un primer resultado porque la residencia tiene una duración muy breve, donde hemos pasado por estos dos territorios con muchísima información, entonces es un primer acercamiento a una acción escénica.

Para los próximos años tenemos la intención de seguir expandiendo esta línea investigativa entre arte y ciencia, y también preservar y difundir todo lo que está pasando en términos medioambientales desde estas dos zonas de sacrificio. Nuestro interés es cerrar de buena forma esta primera parte para poder profundizar en la investigación que hemos hecho y para en los siguientes años también fortalecer los vínculos establecidos con los agentes artísticos, culturales y científicos, tanto de Quintero como de Antofagasta.

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