Procesos simbióticos en el Desierto de Atacama durante el segundo módulo intensivo del diplomado Microcuradurías

Tras cinco meses de trabajo a distancia, los participantes del diplomado Microcuradurías, provenientes de diversos lugares de Chile, Bolivia, Perú y México, pudieron compartir de manera presencial una nutritiva semana de intercambios de saberes, experiencias y aprendizajes durante el segundo módulo intensivo, desarrollado de forma presencial en San Francisco de Chiu Chiu.

La luz, el cielo, la tierra y la mesa fueron las asignaturas que articularon los módulos teóricos-prácticos, que finalizaron con una acción lumínica efímera guiada por el artista chileno Julio Escobar en el Observatorio Sol del Desierto.

Una semana de intercambio de saberes y experiencias

El Instituto Superior Latinoamericano de Arte (ISLA) ubicado en Antofagasta, fue el punto de encuentro y acogida de los estudiantes provenientes de diferentes puntos de Latinoamérica, y desde donde salió el bus que los llevó hasta San Francisco de Chiu Chiu para su estadía desde el 22 al 26 de agosto.

Las actividades comenzaron con una visita y charla de bienvenida en el observatorio Sol del Desierto, a cargo de la profesora y divulgadora de cosmovisiones Silvia Lisoni, donde los asistentes pudieron conocer sobre la cosmovisión andina y apreciar el cielo prístino del desierto, a través de una observación nocturna guiada, en la que solo fue necesario un puntero láser para sumergirse en la contemplación de la bóveda celeste.

El módulo La luz, creación y desaparición de espacios, a cargo del artista lumínico, Julio Escobar, oriundo de Punta Arenas y cofundador del Festival cielos del Infinito, llevó a los participantes por un reconocimiento de las dimensiones geográficas, lumínicas, históricas y humanas del territorio para la construcción de intervenciones colectivas con luz.

En La mesa, más allá del acto de comer, junto al cocinero y artista visual autodidacta, autor reconocido en Latinoamérica por el proyecto La olla Común, Adolfo Torres (Bahía Inglesa), conocieron sobre sus proyectos centrados en una relación entre las visualidades y la alimentación, donde se destacan la importancia de los actos alimenticios, culinarios y gastronómicos como generadores de identidad.

Durante las cuatro sesiones del taller de alfarería La tierra. De lo impuro, realizado por la cultora indígena Lickanantai y educadora tradicional de Toconce, Cecilia Mendoza, los estudiantes aprendieron a modelar arcilla a mano, creando pequeñas esculturas que fueron cocidas con guano bajo tierra, instancia que contó con la realización previa de un pago a la tierra para para la realización respetuosa del rito.

“Para mí fue un honor hacer clases a un grupo tan especial, porque estaban entusiasmados en trabajar con la tierra. La quema resultó excelente, las creaciones están muy buenas para generar una exposición de piezas pequeñas, que son las más difíciles de trabajar”, comentó la docente Cecilia Mendoza. “Es bueno hacer diplomados de este tipo, sobre todo en la región, conectándolo con el mundo andino, con la gente y con la tierra”, agregó. 

El cielo, cosmovisiones y astronomía occidental fue un módulo compartido por la anfitriona en el observatorio Silvia Lisoni, con quien conocieron sobre cosmovisión andina y observaron el privilegiado cielo nocturno de Chiu Chiu; y el astrónomo francés Christian Nitschelm, con quien repasaron la historia de la astronomía y observaron constelaciones y nebulosas a través de un telescopio.

En el marco de este módulo se realizó también la experiencia Paseo Interestelar, que consistió en una actividad de mediación realizada por la artista y académica salteña Roxana Ramos, en la que cual los estudiantes, después de ver el recorrido en 360° a través de lentes de realidad virtual, debían dibujar constelaciones a modo de hacer genealogías autorreferenciales, armando redes donde pudieran detectar hitos, recuerdos y situaciones de su pasado que constituían su presente en Chiu Chiu.

La intervención efímera con luz, realizada en el Observatorio Sol del Desierto, fue la actividad de cierre de la semana, jornada abierta a la comunidad, en la que los participantes compartieron la acción creada de manera colaborativa, a partir de los diversos saberes e intercambios que compartieron durante el módulo intensivo y que generaron resonancia tanto individual como colectivamente.

“La presencialidad nos permitió un espacio de inspiración y creación colectiva en el que -después de haber compartido casi 5 meses de convivencia virtual- logramos generar una dinámica vincular de grupo muy particular, fluida y cohesionada.  Creo que este encuentro, que estuvo cargado de diálogos y aprendizajes, logró generar redes entre las y los estudiantes, lo cual para mi fue uno de los grandes logros de este encuentro”, mencionó la Coordinadora Pedagógica del diplomado, Claudia León.


El diplomado Microcuradurías, curadurías desde la marginalidad, se encuentra próximo a su finalización, completando un total de 188 horas pedagógicas, distribuidas en su formato híbrido de clases virtuales y presenciales. El hito de cierre estará marcado por una performance en la ex oficina salitrera y campo de concentración Chacabuco, guiada por Fernando Foglino y Dagmara Wyskiel, inspirada en bocetos de Ángela Chaverra. La actividad, abierta al público, se realizará el jueves 13 de octubre a las 17:00 horas.

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