Artista: Claudio Pérez (Chile)
Espacio: Sitio de Memoria La Providencia
Hacer desaparecer a la persona es solo el principio de la imposición del silencio. El paso del tiempo erosiona la memoria y frente a ello cada gesto se vuelve un acto de resistencia. Los retratos de Detenidos Desaparecidos se han convertido en un símbolo de resistencia al olvido, de transitar el silencio y de atestiguar la ausencia. No obstante, la fotografía es un medio frágil que está sometido a las condiciones de captura y de resguardo.
Este proyecto comienza con el objetivo de recopilar la mayor cantidad de fotografías de Detenidos Desaparecidos y transita hacia una propuesta experimental cuya pregunta central es: ¿Qué hacer con aquellos Detenidos Desaparecidos que no tienen retrato?
Se han utilizado dos metodologías para buscar respuestas a esta pregunta. La primera, a través de los testimonios de los familiares aún vivos. La segunda, a través del registro de los lugares que han sido testigos de las desapariciones forzadas.
A la fecha, de 1.192 Detenidos Desaparecidos hemos encontrado 1.050 fotografías.
“Ya no encontrarás más fotografías” dijo una vez en 1999 un funcionario a un fotógrafo. La búsqueda que emprendió este último demostró lo contrario. Con el tiempo aparecieron imágenes, signos del dolor incesante de las familias. La puerta que se deja entreabierta, un puesto más en la mesa, la cama siempre limpia y recién hecha. Y también fotografías: pistas visibles de una vida arrebatada. Enfrentando a la desidia, se develaron certificados de presencia.
Los retratos fotográficos de detenidos desaparecidos, que habían sido utilizados durante años por los familiares como una herramienta de búsqueda, se exhibieron de forma permanente en el Muro de la Memoria, ubicado en el centro de Santiago, en el Puente Bulnes. La propuesta fue un mecanismo para no olvidar los rostros y con ello, no olvidar la violencia.
Necrosis es el proceso por el que los tejidos celulares empiezan a morir. La piel pierde su color y su capacidad sensorial. Es una erosión de la piel hasta des-sensibilizarla, hasta su muerte. El Muro vivió su propia necrosis: el agua, la pintura negra, el desprendimiento de la cerámica, el entorpecimiento a la adecuada conservación del memorial, mutaron los rostros y con ello perdieron visibilidad.
Con el tiempo, la búsqueda se ha adaptado. Hay fotografías que desearíamos que existieran, pero que por desgracia nunca se tomaron, que se perdieron o destruyeron. Las fotografías que se encontraron, no siempre han sido bien conservadas. La fragilidad del material fotográfico, en todas sus formas, es también una metáfora del tratamiento de la memoria. La pregunta por el olvido impulsa a develar otras imágenes.
Del archivo institucional y del álbum familiar, salimos al exterior; a la extensión del desierto, a la dureza del polvo de la montaña y al aire violento y seco. La permanencia de las características físicas y las demarcaciones humanas del territorio se han vuelto una fotografía viva a gran escala. En ese sentido, la conservación del paisaje inmortaliza el dolor: es lo último a lo que se enfrentaron los ojos de las víctimas. Esto convierte a los hitos geográficos en testigos silenciosos frente al paso del tiempo.
Última huella encapsula los últimos hallazgos que han aparecido tras más de veinte años de trabajo del fotógrafo Claudio Pérez. Es la extensión de una búsqueda sensible, creativa y cargada de emociones, frente a incontables gestos de memoria que se resisten, nuevamente, a la imposición del olvido.
Catalina Jeanneret, editora
Proyecto cofinanciado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes FONDART, ámbito regional de financiamiento, Convocatoria 2023.
Claudio Pérez (Chile)
Fotógrafo autodidacta, diseñador, editor. Ha recibido importantes premios y becas como: Sociedad Chilena de Fotografía, Casa de las Américas (Cuba), International Photo Journalist (Irak), Hasselblad Foundation (Suecia), Magnum Foundation (USA). Ha participado en exposiciones tanto colectivas como individuales en Europa, África, América Latina y USA. Su trabajo se conserva en colecciones públicas y privadas de Europa, América Latina y Chile. Actualmente realiza un proyecto gracias a una beca de la Fundación Magnum y del Fondart.